NMO

NEUROMIELITIS ÓPTICA
La Neuromielitis Óptica (NMO) es una enfermedad autoinmune, crónica del sistema nervioso central, que puede comprometer los nervios ópticos, la médula espinal o el cerebro. En esta enfermedad, el sistema inmune ataca a unas células llamadas “astrocitos”, que se encargan de muchas funciones dentro del sistema nervioso.
La NMO es menos frecuente que la Esclerosis Múltiple (EM), pero genera mayores secuelas neurológicas si no es tratada de manera adecuada. Por ello, es necesario su abordaje temprano y eficaz para excluir otros diagnósticos y para tratarla de manera temprana.
La NMO es más frecuente en mujeres y en general se manifiesta alrededor de los 40 años.
Se manifiesta clínicamente a modo de brotes y remisiones, aunque la remisión es parcial ya que habitualmente da lugar a secuelas.
Dentro de las manifestaciones podemos mencionar:
– compromiso del nervio óptico que genera una pérdida visual severa, pudiendo llegar a la ceguera e incluso,y en ocasiones puede afectar a ambos ojos.
– Compromiso de la médula espinal con pérdida de fuerza en miembros y/o alteraciones en la sensibilidad, trastornos urinarios, disfunción sexual.
– Hipo o náuseas y vómitos incoercibles, sin causa aparente.
– Visión doble, vértigo, parálisis facial.
– Trastornos del ritmo sueño/vigilia con somnolencia diurna excesiva, acompañados de trastornos alimentarios, de la sudoración y taquicardia, de inicio abrupto y reciente.
– Crisis epilépticas, trastornos del habla, trastornos en el nivel de consciencia.
Los síntomas mencionados se presentan en el transcurso de horas o días y empeoran progresivamente.

DIAGNÓSTICO
Para su diagnóstico es necesario llevar a cabo análisis de sangre, que permiten excluir otros diagnósticos y buscar el anticuerpo específico de esta enfermedad (el cual ataca a los astrocitos) llamado “Acuaporina 4”.
Asimismo, se necesita de una resonancia magnética dado que, no sólo permite descartar diagnósticos alternativos, sino que también apoya el diagnóstico por la búsqueda de lesiones típicas.
Por otro lado, en ocasiones se realiza punción lumbar, aunque con el objetivo de poder alejarnos de otras enfermedades con manifestaciones similares.

TRATAMIENTO
Con respecto a su tratamiento durante los brotes de la enfermedad están indicadas las altas dosis de corticoides endovenosos lo más rápido posible desde el inicio del síntoma o incluso recambios plasmáticos o “plasmaférsis”.
Una vez confirmado el diagnóstico, además es necesario realizar un tratamiento crónico- prolongado inmunosupresor con el objetivo de evitar la aparición de nuevos brotes. Existen diferentes terapias inmunosupresoras disponibles, algunas de ellas son vía oral con pastillas (micofenolato, azatioprina), otras infusiones endovenosas (rituximab, eculizumab) y existen otras terapias inyectables subcutáneas (satralizumab).
Además, es importante recalcar que, como parte del tratamiento, es necesario realizar rehabilitación física neurológica y terapia ocupacional para la recuperación de las secuelas que pueden quedar luego de los brotes; y abordar también otros síntomas que pueden quedar como secuela de un brote, como por ejemplo los espasmos, el dolor, los problemas urinarios, cognitivos y anímicos, con sus respectivos tratamientos sintomáticos.